Hoy, entre ciertos sectores sociales, el bronceado es sinónimo de verse bien, sexy, con una apariencia jovial y apetecible.
Sin embargo a comienzos del siglo pasado y durante gran parte de las décadas siguientes, era, por el contrario, un signo desdeñado y relacionado con los pobres, campesinos y laboriosos de actividades rurales que obtenían ese color por las duras horas bajo el sol.
Pese a este radical cambio en la mirada respecto a estar dorado por el sol, lo cierto y muy difundido por nuestro tiempo es que exponerse a los rayos solares sin protección puede causar grandes estragos, incluso enfermedades en la piel.
La manera de exponerse al sol y obtener el color que deseas es “preparándote” unos meses previos a empezar tu cometido, para eso es necesario que exfolies e hidrates la piel pero básicamente ir disponiendo de alguna dieta especial para que tu pigmentación adquiera sanamente el color deseado. Para esto debes, con anticipación debida, comenzar a beber frutas y verduras en zumos o batidos de alimentos frescos como zanahorias, naranjas, mandarinas o todo tipo de frutas que posean ese color anaranjado propio del betacaroteno, que es fundamental para atraer el bronceado. Además de estos líquidos puedes ingerir tomate, remolacha, zanahorias o espinacas, que también aportan en buena medida a este compuesto.
Una vez que el sol ha llegado debes tener en cuenta no solo los cuidados más extendidos como: exponerte al sol en el horario recomendado, usar siempre protección y repetir la aplicación cada dos o tres horas más aun si te bañas en la piscina o el mar. Pero además de estos cuidados básicos hay otras recomendaciones infalibles; no creas que por usar protección alta no vas a broncearte ¡nada más erróneo!, ésta te permitirá adquirir color paulatinamente sin pasar por el rojo ni por las quemaduras no deseadas. Si tomas el sol con estos cuidados obtendrás un color ideal y podrás mantenerlo con breves exposiciones de tanto en tanto.
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